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Arqueomagnetismo
El
arqueomagnetismo investiga la historia del Campo Magnético
de la
Tierra (CMT), en los términos de las variaciones en
dirección e intensidad que ha experimentado en el
pasado,
sirviéndose de materiales arqueológicos que han
sufrido
procesos de calentamiento de alta temperatura (>300 -
400ºC).
Más en concreto, los materiales de interés son
arcillas
cocidas (ladrillos, tejas, adobes, cerámicas) y sedimentos
quemados in situ por la presencia de hogares, termas, tumbas de
incineración y otras estructuras de combustión.
El
principio del arqueomagnetismo se basa, por un lado en las
peculiaridades del CMT y por otro en las propiedades
magnéticas de algunos minerales de hierro que se encuentran
comúnmente en los materiales mencionados anteriormente.
Comenzando
por el CMT,
los aspectos de interés desde una perspectiva
arqueomagnética son los siguientes: Primero, desde un punto
de
vista físico, el 90% del comportamiento del CMT
puede
modelarse asumiendo un modelo de campo dipolar y
geocéntrico. En
otras palabras, en primera aproximación, se puede asumir que
el
CMT en la superficie de la Tierra es el resultado de un dipolo
magnético que atraviesa el centro de la Tierra, actualmente
inclinado de 11.5º respecto al eje de rotación del
planeta.
La diferencia entre los valores de orientación e intensidad
del
CMT observados en la superficie de la Tierra, y los valores
teóricos obtenidos aplicando un modelo dipolar se cuantifica
por
tanto en un 10% que representa la componente de campo no-dipolar.
Debido a factores que, en parte residen fuera de la Tierra (factores
externos) y por otra parte en la dinámica del
núcleo de
la Tierra (factores internos) ambas componentes, dipolar y no-dipolar,
experimentan en el tiempo variaciones de diferente tipo y periodicidad.
Se considera que los factores externos producen variaciones de
período menores de 10 años en la
orientación y en
la intensidad del CMT en la superficie terrestre, mientras que las
debidas a factores internos genera variaciones de mayor periodicidad,
comprendida entre 10 y 3000 años, y denominadas
Variación
Secular (SV).
Cabe
destacar que las
variaciones del CMT debidas a causas internas se distribuyen de forma
no-homogénea en la superficie terrestre y suelen
considerarse
uniformes en regiones de superficies menores a 10^6 Km^2 (Tarling,
1983), es decir, aproximadamente, el doble de la España
Peninsular. En la superficie terrestre el CMT se describe mediante un
vector de intensidad F y orientación definida por dos
ángulos correspondiente con la Declinación
magnética (D) y la Inclinación
magnética (l). El
primero es el ángulo que forma la componente horizontal (H)
del
vector magnético (F) con el Norte geográfico y
varía entre 0º y 360º. El segundo es el
que forma el
vector F con el plano horizontal, comprendido entre 0 y 90º
para
lugares situados en el Hemisferio Norte (fig. 1).

Figura 1. Componentes del CMT.
Mientras que los cambios de corto periodo de F, D e I pueden detectarse
en los observatorios magnéticos mediante aparatos de
medición, veremos a continuación que los de larga
periodicidad han quedado registrados en una multitud de rocas y en
diferentes materiales arqueológicos.
La clave de este fenómeno la llevan algunos
óxidos de
hierro contenidos en muy pequeña cantidad (<3%) en
rocas y
sedimentos de diferente litología y origen, pero
especialmente abundantes en rocas volcánicas y en materiales
arcillosos que han sido sometidos a procesos de calentamiento intenso.
Los óxidos más comunes son la
magnetita, la
maghemita, la hematites y la goetita, a veces con
substituciones
parciales del hierro por parte de otros cationes como el titanio, el
aluminio, la sílice. Desde un punto de vista
físico
dichos minerales se definen como
“ferromagnéticos”,
lo que supone que: (1) están dotados de un momento
magnético propio, respondiendo de forma análoga a
la
aguja de una brújula a la presencia de un campo
magnético
externo, y (2) que en algunas condiciones su respuesta al campo externo
puede “bloquearse” y quedar
“grabada” de forma
permanente en ellos.
Aunque existen distintos mecanismos capaces de determinar la
adquisición de la imanación por porte de dichos
óxidos, el mecanismo de interés en
arqueomagnétismo es aquel que actúa por
calentamiento de
los materiales con contenido ferromagnético y, por tanto,
aquí nos referiremos exclusivamente a éste. A
temperatura
ambiente, el CMT debido a su baja intensidad tiene efectos
despreciables sobre los minerales ferromagnéticos, pero a
temperaturas del orden de 700ºC, cualquier mineral
“ferromagnético” pasa a un estado
denominado
“super-paramagnético” en el que su
sensibilidad a la
acción de un campo externo se hace mucho mayor. En
estas
condiciones, con una intensidad de solamente 60 microT el CMT consigue
imanar los minerales, es decir orientar los momentos
magnéticos de sus átomos en la
dirección del Norte
magnético. Cuando el material se refría, una vez
alcanzada una temperatura dicha de bloqueo (Tb), la
magnetización permanece “bloqueada” y se
conserva de
forma estable a pesar de las posteriores variaciones de
orientación e intensidad que el CMT pueda tener.
La magnetización adquirida según este mecanismo
se define
como “magnetización termo-remanente”
(TRM) y puede
ser destruida si se vuelve a calentar el material una segunda vez y se
alcanza de nuevo su Tb. El efecto del aumento de temperatura es por lo
tanto el de destruir el orden impartido a los momentos
magnéticos atómicos por el campo externo. Por
otro lado,
cada vez que se produce el enfriamiento, el material vuelve a imanarse
según las nuevas propiedades del campo externo.
Por lo dicho, las rocas originadas a partir de líquidos
magmáticos por procesos de
cristalización
fraccionada, retienen una imanación que refleja las
características del CMT presente en el acto de su
formación; materiales cerámicos y
ladrillos
conservan una remanencia que se refiere al momento en el que han sido
manufacturado; un material que ha tenido calentamiento
múltiples, por ejemplo los ladrillos de un horno usado para
la
cocción de vajillas, lleva una remanencia relacionada con el
CMT
presente durante el último proceso de calentamiento sufrido.
Debería ahora resultar claro que las rocas y los materiales
arqueológicos constituyen un verdadero registro del CMT y
que la
SV puede ser obtenida si se dispone materiales en los que ha la edad
del calentamiento ha sido determinada mediante métodos
independientes. La curva de referencia que describe la
orientación y la intensidad del CMT a lo largo de las
épocas histórica y prehistórica en una
determinada
región, se denomina Curva de Variación
Paleosecular,
(PSVC), y puede ser determinada mediante estudios arqueo/paleo
magnéticos de estructuras arqueológicas/rocas de
diferente edad y distribuidas de forma homogénea en la
región considerada. Los estudios que conciernen la sola
orientación del CMT en el pasado se les llama
arqueodireccionales (o paleodireccionales si la escala
cronológica es superior a 3000 años) mientras que
aquellos que investigan la intensidad del CMT o que están
basados en ella se denominan estudios de arqueointensidad (o de
paleointensidad).
Sin insistir sobre la importancia de conocer la historia del CMT,
merece mencionar que la observación de las propiedades
magnéticas de las rocas ha sido esencial para entender
aspectos
significativos de la dinámica de nuestro planeta y elaborar,
por
ejemplo, teorías tan importantes como la
Tectónica de
Placas y la Expansión de los fondos oceánicos.
Para
formular la primera ha sido necesario constatar diferencias de
orientación de la magnetización en rocas
coetáneas, mientras que la segunda se basa en los
fenómenos de inversión de polaridad
magnética que
se observan en las rocas volcánicas ubicadas al lado de las
fosas oceánicas.
Pasando ahora al ámbito arqueológico, en aquellas
regiones o Países en los que ya se dispone de una
PSVC, el
geomagnetismo aporta a la investigación
arqueológica una
herramienta de datación ya que la edad del calentamiento de
una
estructura o de un material arqueológico puede determinarse
por
comparación de los valores direccionales (o de intensidad)
de la
magnetización retenida con los de una curva
patrón.
El grupo de Paleomagnetismo ha realizado importantes avances en esta rama de estudio en colaboración con
otros
centros europeos, financiados por la UE (Archaeomagnetic Applications
for the Rescue of the Cultural Heritage, 2003-2006), el MEC (Estudio de
la variación secular del Campo Magnético
Terrestre en
Europa durante los últimos 10.000 años a partir
de datos
paleomagnéticos) y la Comunidad de Madrid. En 2006, Gómez-Paccard et al. presentaron el Primer Catálogo de datos Arqueomagnéticos y la Primera Curva de Variación Secular para Iberia de los últimos 2800 años. Además, Pavón-Carrasco et al. (2011) desarrollaron una novedosa herramienta de datación que puede encontrarse en esta misma página para su descarga
basado en modelos de campo geomagnético desarrollados a partir
de datos arqueomagnéticos. Para más información
sobre los modelos consulte la página Modelización del Campo Geomagnético en el Pasado.
Aunque sigue siendo necesario estudiar nuevas estructuras
arqueomagnéticas para afinar la precisión de la
PSVC y de
aumentar la densidad de datos para algunas épocas
históricas actualmente poco representadas, los alcances
logrados
permiten ahora el uso de la técnica de datación
arqueomagnética también en la
Península
Ibérica.
Una pequeña selección de los trabajos más
destacados que ha realizado el grupo de Paleomagnetismo en los
últimos años:
Osete, M. L., Molina-Cardín, A., Campuzano, S. A., Aguilella-Arzo, G., Barrachina-Ibañez, A., Falomir-Granell, F., Oliver Foix, A., Gómez-Paccard,
M., Martín-Hernández, F., Palencia-Ortas, A.,
Pavón-Carrasco, F. J., Rivero-Montero, M. (2020). Two
archaeomagnetic intensity maxima and rapid directional variation rates
during the first Iron Age observed at Iberian coordinates. Implications
on the evolution of the Levantine Iron Age Anomaly. Earth and Planetary
Science Letters, 533, 116047. DOI: 10.1016/j.epsl.2019.116047
Gómez-Paccard, M., Rivero, M., Chauvin, A., García-Rubert, D., Palencia-Ortas, A.
(2019) Revisiting the chronology of the Eartly Iron Age in the
nort-eastern Iberian Peninsula. Archaeological and Anthropological
Sciences. DOI: 10.1007/s12520-019-00812-9
A.
Molina-Cardín, S. A. Campuzano, M. L. Osete, M. Rivero-Montero,
F. J. Pavón-Carrasco, A. Palencia-Ortas, F.
Martín-Hernández, M. Gómez-Paccard, A.
Chauvin, S. Guerrero-Suárez, J. C. Pérez-Fuentes, G.
McIntosh, G. Catanzariti, J.C. Sastre Blanco, J. Larrazabal, V. M.
Fernández Martínez, J. R. Álvarez Sanchís ,
J. Rodríguez-Hernández, I. Martín Viso and D.
Garcia i Rubert (2018). Updated Iberian Archeomagnetic Catalogue: New
Full Vector Paleosecular Variation Curve for the Last Three Millennia.
Geochemistry, Geophysics, Geosystems, 19, 3637 - 3656. DOI: 10.1029/2018GC007781
Gomez-Paccard, M., Beamud,
E., McIntosh, G., Larrasoaña, J.C., 2013. New
archaeomagnetic data recovered from the study of three Roman kilns from
north-east Spain: a contribution to the Iberian Palaeosecular variation
curve, Archaeometry, 55, 1. DOI: 10.1111/j.1475-4754.2010.00675.x
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